Admiro el trabajo para este post y lo que parece que intentas transmitir. Cuando he visto que el motivo ha sido un “a que no hay huevos”.... no he seguido más que de pasada.
Yo no comparto la admiración, al “precioso reportaje” y demás que he visto rápido. Ni lo comparto, ni lo entiendo a estas alturas.
En mi inexperta experiencia sobre campos de concentración he de admitir que leí “treblinka” de joven, y fue un shock. De adulto leí sobre Rudolf Hess, su historia, su asesinato y visité Spandau. Era una cárcel para un prisionero (por si alguien se pensaba que era un campo). He visto las mismas pelis horripilantes que la mayoría... y mi valoración final es que se va a esos sitios por morbo y se maquilla de discurso condescendiente y anti nacional-socialista para que “nunca vuelva a ocurrir tal barbaridad”.
No me importa que uno haga estos tremendos repor. Quien quiera que lo lea y quien quiera que diga lo precioso que es. Pero tenemos que ser maduros para aceptar que pueda gustar y/o interesar o por el contrario, pueda parecer a otros vulgar, morboso, inadecuado o incluso deleznable. Cada uno tiene sus vivencias y sus sensaciones. Somos grandes siendo respetuosos y nos volvemos como lo que criticamos cuando imponemos nuestros puntos de vista.
¿Acaso no es propio del ser humano el morbo y la curiosidad? No creamos atascos por un simple choque con una ambulancia al lado en el arcén? Buscando con la mirada el despojo humano o el charco de sangre.....
Todos deberíamos reflexionar en calma, unos minutos, concentrados en nuestros verdaderos sentimientos hacia un museo del horror, hacia un vestigio de la podredumbre moral más supina al que te llevan de paseo para hacer fotos.
Vamos a cambiar acaso nuestra envergadura ética tras “echarle huevos” para ir a pasar un día en un parque temático sobre el horror del holocausto? Se necesita realmente a estas alturas? No es suficiente con el legado escrito y audiovisual de esa tragedia?
Yo no sé la respuesta. Y por tanto, no puedo aportar más que mis sentimientos cuando veo este tipo de reportajes.
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Claro que sí, hay que ser respetuoso con quien no ve las cosas de la misma manera y no juzgarlo: creer que uno va a Auschwitz por puro morbo - tú lo has dicho- como quien va a una Disneylandia del horror, es precisamente una forma de ser poco respetuoso con quien no lo ve de la mismo modo que tú.
Hay en todo lo traumático una fascinación y atractivo innegables: supongo que, como quién más y quién menos, cuando vas por la autopista y te topas con un accidente, no podrás evitar echar una ojeada más o menos rápida, aún poniendo en riesgo tu propia seguridad.
A partir de esa anécdota, piensa en todo lo que vende lo traumático: ¿te has fijado que una y otra vez ponen las mismas escenas del coronavid? El Ifema creo que debe ser de los sitios más fotografiados y publicados del momento con toda la horrosa imagen de soledad, de dolor y de sufrimiento de los enfermos. ¿ Vas a negar que tiene morbo y que la gente lo ve? Si la gente no lo viera, las cadenas de televisión no lo pondrían, pero saben que vende.
Y si esto es así en estos momentos tan terribles para la humanidad, qué contarte que no sepas de la infinidad de películas violentas que venden como rosquillas, por poner un ejemplo. Mira al simpático James Bond como se cepilla 200 o 300 personajes por película y llena las salas - y los bolsillos de los productores- a espuertas, como los videojuegos. Y como eso, si lo observaras, probablemente te quedarías asombrado con de la cantidad de veces que cotidianamente nos topamos con la traumático y nos fascina.
¿Hay morbo en Austchwitz?. Claro que lo hay, y lo hay porque todo lo traumático tiene morbo, como te he dicho, y no es poco traumático que un pueblo culto y civilizado se arroje a la locura destructiva sin límites como lo hizo Alemania.
A partir de ese punto hay dos posibles caminos: o bien se convierte, efectivamente, en una banalización del mal y en una Disneylandia del horror o se convierte en un recordatorio de que en todos - absolutamente en todos- anida la destrucción bajo la que se manifiesta la pulsión de muerte y corresponde a uno el no negarlo y hacerle frente, porque no hay otra manera de silenciar- que no eliminar porque es inherente a la naturaleza humana- la pulsión de muerte.
Y eso, a mi juicio, es lo que consigue Auschwitz: pasada la innegable fascinación que produce el horror, te recuerda que si te ha fascinado, es porque también anida dentro de ti. Algunos lo pueden banalizar, pero los más, se enfrentan a ello, aunque de nuevo sea traumático.
Y ello lo consigue porque si hay algo bien patente en Auschwitz es la idea de que no estamos a salvo, ni mucho menos, de que se vuelva a repetir: ese es, para mi, el gran logro de Auschwitz.
No, yo creo que Auschwitz está muy bien, creo que pese a las desmentidas admisibles del autor - como lo de echarle huevos- su reportaje está cargado de la responsabilidad ética al transmitir que hay que verlo para recordar que, en cualquier momento, ese horror puede estar a la vuelta de la esquina: nuestra responsabilidad es evitarlo y para ello necesitamos no sentirnos a salvo como algo que no volverá.
Como desmentido estaba el coronavid por todos - salvo por China, Corea y quizás Israel- como una realidad espantosa capaz de acarrear consecuencias que, a día de hoy, son todavía inconmesurables.
No, no conviene creernos a salvo de eso y no creo que haya mejor forma de hacerlo que Auschwitz.
P.S. Una pequeña nota explicativa: negar algo es lo que se hizo con Gro Harlem Brundtland cuando se ignoró su advertencia hace seis meses sobre el riesgo de una pandemia; finalmente era una hipótesis teórica. Sin embargo, lo ocurrido en el mundo ha sido una desmentida ya que se hace para negar una realidad y la realidad se llamaba China y lo ocurrido allí. A partir de ahí, personajes como Boris Johnson o Trump han estado a un paso del genocidio para desmentir una realidad molesta: que se habían equivocado diciendo poco más o menos, que eso era una gripe pasajera.